martes, octubre 8, 2024
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Transpandemia, ¿Qué hacer?

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Transpandemia, ¿Qué hacer?El montañero lleva ya una larga caminata. La fatiga se le va pegando a las rodillas como la nieve a las botas. Economizando energías, camina como un autómata, confiando a la seguridad del sendero el éxtasis final… Pero, de golpe, desaparece el sendero al borde del precipicio.

El avezado senderista se detiene entonces, y, sin perder la calma, seca con el antebrazo el sudor del rostro, bebe de la cantimplora un buen trago de agua y… vuelto de espaldas al precipicio, echa una mirada circular sobre el perfil blanco de la montaña buscando otra ruta más certera que lo suba hasta la cumbre. No, el senderista sabe perfectamente que no es el sendero equivocado lo que a él le importa de verdad; todo su interés está enfocado en alcanzar la cima de la montaña…

… Todas las aportaciones que presentamos a continuación reproducen, a su modo, una experiencia similar a la del montañero: la fatiga de una ruta que, al final, resulta equivocada; la experiencia de límite y finitud del sendero, la búsqueda de algo alternativo. Descubre en su conciencia que algo se va derritiendo como la nieve ante la llegada del sol y el despunte humilde de lo inédito, innominado, que va ocupando ese vacío.

Como el final del camino al montañero, la pandemia nos ha mostrado brutalmente el final de un sueño. El desarrollismo indefinido, fruto del último capitalismo desbocado, nos ha llevado hasta el borde del camino: ni el planeta Tierra, sometido por la globalización de tecnología científica a una explotación voraz e incontrolada, ni la sociedad mundial, bajo leyes inexorables del beneficio, acumulación y consumo sin límites, pueden seguir aguantando ya este ritmo trepidante. Confiando nuestra suerte a este tipo de desarrollismo, de forma consciente o autómata, hemos llegado al final. El paso siguiente, como ha venido a mostrarnos la Covid 19, puede precipitarnos en el abismo.

Nota para los seguidores habituales de Éxodo. En nuestra filosofía siempre hemos mantenido la convicción de que ninguna situación humana, por cerrada que se presente, puede ser insuperable. El espíritu inquieto y desbordante del ser humano siempre ha encontrado atajos para superar todo límite, aunque Prometeo cometiera una grave torpeza en el primer intento. Mantenemos, a pesar de todo, la memoria de los indoblegables esclavos de Egipto, burlando la férrea vigilancia del Faraón camino de la libertad, y nos asomamos, con la misma curiosidad, a los ojos clarividentes de Juan Bautista que, en la cerrada noche de los siglos, llega a descubrir “al que es más fuerte”, abriendo nuevos caminos hasta en el desierto.

La generación del confinamiento está ya sufriendo en propia carne la desconexión que hemos hecho de la vida: desconectada de nuestra propia casa, el planeta Tierra, separada socialmente, como mónadas, de los/as demás. Es mayormente la generación más joven, que está atravesando una gran incertidumbre, la que no encuentra espacio en esta incipiente era, entre lo nuevo que nace y lo antiguo que se resiste a desaparecer.  El reto, tras de esta pandemia, deberá ser la protección de la vida en toda su biodiversidad, la recreación de los cuidados esenciales que la protegen y mantienen, el buen vivir de la especie humana, la necesaria y solidaria espiritualidad.

¿Qué hacer tras la pandemia? Las aportaciones de este número ni son ni pretenden ser un protocolo alternativo a la ruta que, hasta ahora, estamos siguiendo. Son solo eso, unas aportaciones modestas que, quizás, puedan ayudarnos a descubrir un nuevo sendero. No podemos seguir caminando hacia la normalidad “anormal” que hasta ahora hemos traído. La nueva era nos invita y urge a abrir otra ruta para seguir caminando hasta la cima.

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