lunes, abril 29, 2024
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Opción por las personas empobrecidas y ser referencia comunitaria

Son dos experiencias que durante algunas décadas compartí con mi querido amigo y hermano Rufino Velasco. Desde su memoria quiero poner en esta reflexión con todas mis fuerzas algunas de las propuestas planteadas, vividas y realizadas junto a él; en el pequeño medio rural expoliado, en un barrio de los que hoy viven sin futuro, o a caballo entre el medio rural y el medio urbano.

El mundo urbano en el que nos situamos algunas personas, el periférico, el de la precariedad y la desigualdad; ese que se ha ido gestando desde un modelo de vivir; si antes no aguantaba, ahora ya no puede permanecer y aguantar así. Porque no es referencia de nada para quienes viven en estos espacios y aún menos para la sociedad en general. Esta realidad que tanto determina y empobrece, excluye y margina, produce tanto dolor, requiere de todos nosotros y nuestras propuestas de referencia y apuesta comunitaria.

El mundo rural y sus pequeños pueblos han sido vaciados de vida, y una vez usurpado su sentido fundamental, que ha sido producir alimentos para toda la sociedad, se ha roto en pedazos muy difíciles y, lo que parece más grave, sin voluntad decidida de reconstruir, sobre todo por parte de quienes han protagonizado su expolio y destrucción. Y esta es otra de las realidades donde algunas personas y colectivos nos movemos y caminamos ensayando nuevos caminos comunitarios.

Primera situación

La alimentación va a tomar un protagonismo especial en el próximo tiempo

No solamente para que ésta llegue a todas las personas, sino porque es el momento de hacer que el campesinado que produce los alimentos potencie todas las alianzas posibles con la población urbana, para hacer frente a la agroindustria en favor de las producciones agroecológicas, según los criterios de cercanía y responsabilidad social y comunitaria.

Nos lo ha planteado muy bien la demanda de SOS Campesinado que nos invita a «seguir haciendo públicas las demandas de la agroecología y el sector primario a pequeña escala, de todas aquellas personas y colectivos que producen cuidando la tierra, que elaboran alimentos de calidad, que construyen y dinamizan canales cortos de comercialización, que mantienen vivos nuestros territorios, pueblos y paisajes, que defienden desde la práctica el derecho a una alimentación y nutrición justa y adecuada». Es la apuesta de Laudato sí.

Segunda situación

Los Derechos Sociales fundamentales, alimentación, vivienda, sanidad, educación y cultura, mucho más allá de los servicios sociales, tienen que ser protagonistas definitivamente en la vida de todas las personas.

Una vez más esta situación desnuda a una sociedad que se pavonea de bienestar para todas las personas; y, sin embargo, son colectivos minoritarios quienes tienen acaparado este bienestar, dejando una inseguridad alarmante en una parte mayoritaria.

Los caminos para el acceso de todas las personas a unos verdaderos derechos sociales desde la precariedad de los barrios y, sobre todo, de los pequeños pueblos del medio rural, debemos protagonizarlos con la participación de todos los grupos y personas que en ellos viven.

Pero, como igualmente debemos estar para apoyar a aquellos barrios “sin salida” y que acogen guetos, negocios asesinos como el narcotráfico o personas marcadas por la criminalización y las situaciones difíciles de la precariedad más ignorada.

Tercera situación

Necesitamos replantearnos los cuidados y a las personas que cuidan

Replantear con el único criterio de humanización, lo que hemos hecho hasta ahora, lo que teníamos, el sistema que desde la sociedad y este sistema socioeconómico ha hecho y hasta podemos haber colaborado. Pongamos el acento de nuestras propuestas en la apuesta comunitaria, participada y protagonizada por toda la población. Siempre desde el ámbito de lo pequeño, como son en la mayoría de los casos los barrios y pueblos donde nos encontramos. Como fueron las propuestas de Jesús de Nazaret que nos alienta.

Cuarta situación

Herramientas como la RBIS, Renta Básica de las Personas Iguales

Nos sirve «nada más ni nada menos que para sostenernos. Para acceder a la vivienda y poder mantenerla, garantizar la alimentación saludable, disponer de los suministros necesarios, cuidar nuestra salud integral y la de las personas más vulnerables. Para poder relacionarnos, aprender de y con otras, para sentirnos acompañadas, para fortalecernos como comunidad. Para la lucha por los derechos sociales, que en definitiva es la lucha por poner las necesidades humanas y la vida en el centro”. Así lo expresan colectivos afines a esta propuesta que defienden “la vida”, frente a la “no vida”.

Algunas conclusiones

Frente a las grandes organizaciones económicas y de mercado que se imponen por su poder y estrategias economicistas, los movimientos sociales, comunidades de base o grupos que todavía sobrevivimos, solamente tenemos una salida y unas herramientas que utilizar, que son las pequeñas iniciativas que en red podemos desarrollar con unas claves comunes y compartidas. El trabajo en red es nuestra salvación, es nuestro apoyo para el horizonte de muchas vidas.

La Comunidad y el apoyo comunitario, ha sido, pero, sobre todo, será la única forma de vida sustentable, compartiendo y acompañando tantas vidas que vienen, y muchas más que nos encontraremos desde la “no vida”.

Cuando se emprenden comunitariamente iniciativas auto gestionadas de este tipo u otras, en la lucha por poder acceder a cualquiera de los derechos fundamentales, estamos apostando por complementar la Renta Básica de las Personas Iguales como derecho; renta universal, suficiente e individual a la que hemos de hacer posible el acceso a través del reparto de la riqueza que vendrá del Estado necesariamente; riqueza que ha de aportar lo público y lo privado.

Este es un tiempo distinto que necesita la aportación de todos y de todas. De colectivos sociales. De entidades sociales. De instituciones públicas y privadas. Lo tenemos delante de nosotros y nosotras. Hemos de ser atrevidos y atrevidas. Los barrios precarios y sus gentes, colectivos procedentes de distintos lugares de la precariedad, o espacios rurales expoliados desde hace tiempo son nuestros lugares para llevar a cabo apuestas y realizar opciones personales que, probablemente, lleven consigo nuestra desestabilización personal para quienes parecía que todo lo teníamos alcanzado. Nosotros y nosotras, creyentes y no creyentes, todos y todas, somos parte de la transformación y del tiempo nuevo y distinto que nos espera. 

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