martes, octubre 8, 2024
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La aventura de aterrizar en una comunidad cristiana de base

A una mujer adulta, en una etapa avanzada de su vida profesional, con tres hijos que habían crecido demasiado deprisa, no debía resultarle fácil incorporarse a un amplio grupo de cristianos de base, todos desconocidos para ella.

Un grupo, la comunidad de Santo Tomás de Aquino, que conocía al dedillo los textos evangélicos. Un grupo que tenía muy trabajado el esquema de una Iglesia alejada de cualquier ñoñería. Un grupo formado por hombres y mujeres que habían trabajado juntos desde la etapa universitaria. Un grupo que descubrió en una de las celebraciones eucarísticas que cierran los Congresos de Teología en los otoños de Madrid, y que organiza la asociación de Teólogos Juan XXII.

La Comunidad de Santo Tomás de Aquino tiene como gran referente al obispo claretiano Pere Casaldáliga, gran teólogo de la liberación, que sigue empeñado en permanecer en la Amazonía brasileña hasta su último aliento. Su espíritu de entrega a los más débiles está siempre presente en esta comunidad.

Aterrizar en ese grupo era una aventura para una mujer con claras convicciones religiosas, aunque bastante descuidadas. Alejada del ritmo de debatir con rigor las sendas trazadas por Jesús de Nazaret, aquello fue entrar en otro mundo.

Funciona en equipos pequeños que se renuevan cada año. Todas las celebraciones eucarísticas son preparadas con mimo. El Evangelio del día y la oración redactada para esa jornada son comentados positiva o negativamente por los reunidos. Y el par de encuentros anuales de fin de semana en la Sierra de Madrid son otra oportunidad para la reflexión y también las risas.

Las celebraciones virtuales han añadido un aliciente más, aunque siempre palma el mismo. El ser un súper especialista en esta materia es lo que tiene. Todo esto y mucho más, hecho sin agobios, sin citas inamovibles, sin recriminaciones. Para una novata, entrar en ese ritmo era algo arriesgado. Podría fracasar, aburrirse… Pero, visto lo visto, al parecer proporciona mucha paz interior y además funciona con eficacia.

La Comunidad de Santo Tomás de Aquino está formada por gente simpática y divertida, gente madura que se aprecian mutuamente y que respetan cualquier opinión discrepante. Por sorprendente que ésta sea. En el día a día, la igualdad entre los hombres y mujeres del grupo es un hecho. No podría ser de otra manera, ya que todos coinciden en que eso es indiscutible. ¡Faltaría más!

Aunque unas y otros tienen como conquista inaplazable que esa igualdad se convierta pronto en realidad en la Iglesia católica, intentan que la apertura no se haga esperar. ¿Será posible? 

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