Experiencia de Dios y pasión por el pueblo
* Feliz aquél que ama y vive, por la fe, en su presencia. El que cree, ora y tiene tiempo para participar en las celebraciones de la comunidad.
* Feliz aquél que reconoce a Dios como el Padre que cuida celosamente de sus hijos. No hagas de él un negociante, recordándolo sólo a la hora de pedirle favores y a cambio de las promesas que le hagas.
* Feliz aquél que ha descubierto que el verdadero Dios camina con el pueblo y quiere su liberación. No digas que es voluntad de Dios la explotación, la miseria, la injusticia, la existencia de ricos y pobres.
* Feliz aquél que sabe que seguir a Jesús es vivir en comunidad, siempre unido al Padre y a los hermanos. No te engañes: quien se aleja de Dios, quien persigue a la comunidad, persigue a Dios.
* Feliz aquél que respeta y trata a todos como iguales, como hermanos de verdad. No es verdadero cristiano quien desprecia al indio, al negro, al peón, al anciano, a la prostituta, al pobre
* Feliz aquél que confía en los compañeros. El mundo será mejor cuando el menor que padece sepa confiar en el menor. No confíes en las promesas de los grandes. No pretendas apoyarte en el "árbol que da mucha sombra". Acuerdo de patrón y trabajador no puede dar resultado
* Feliz aquél que cree que la vida y el buen nombre de los compañeros vale más que todo el oro del mundo. No es cristiano el que se deja llevar por la venganza, el que no sabe perdonar, el que levanta falso testimonio, el que traiciona a los compañeros.
* Feliz aquél que ama y respeta a su familia: el marido, la mujer, los hijos, los padres. No estropees tu vida y la fidelidad a tu familia con tiranías, con el juego, en borracheras, en la prostitución.
* Feliz aquél que sabe que su dignidad personal es sagrada. No vendas tu conciencia, tu libertad, tu voto por dinero, empleo, ventajas.
* Feliz aquél que ha descubierto que la verdadera religión consiste en amar a Dios como Padre y al prójimo como hermano: – trabajando por el Reino de Dios, – estando al lado de los más débiles, – no acobardándose nunca, ni siquiera en las dificultades y persecuciones, – luchando por la liberación, en las organizaciones populares, en el sindicato, en la política, en la comunidad. Feliz aquél que ama y vive, por la fe, en su presencia.
Pedro Casaldáliga
Nacimiento de Jesús
Por entonces salió un decreto del emperador Augusto, mandando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Quirino gobernador de Siria. Todos iban a inscribirse, cada cual en su ciudad. También José, que era de la estirpe y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa, María, que estaba encinta. Estando allí le llegó el tiempo de su parto y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada.
En las cercanías había unos pastores que pasaban la noche a la intemperie, velando el rebaño por turno. Se les presentó el ángel del Señor: la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se asustaron mucho.
El ángel les dijo: -Tranquilizaos, mirad que os traigo una buena noticia, una gran alegría, que será para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor. Y os doy esta señal: Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo:
Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres, que él quiere tanto.
Al marcharse los ángeles al cielo, los pastores se decían unos a otros: – Vamos derechos a Belén a ver eso que ha pasado y que nos ha anunciado el Señor.
Fueron corriendo y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, le contaron lo que les habían dicho del niño. Todos los que lo oyeron se admiraban de lo que les decían los pastores. María, por siu parte, conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído; todo como se lo habían contado. Lucas 2,1.20
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P. Venid, aclamad todas las voces al Señor, recuperad el aire de fiesta, restableced la alegría y la cordialidad para acoger, con la ingenua candidez de un niño, la nueva venida de Dios, cargado de promesa, de presencia, de gracia.
L1. Levantad el ánimo, mirad, los mensajeros de la Buena Noticia ya están a las puertas de la ciudad. Desplegad todos los puentes levadizos, derribad los muros, asomad vuestra alegría al alfeizar de todas las ventanas, llenad de luz y de agua todas las rotondas y plazas. Porque, a pesar del ruido y la visera de humo que cubre nuestros tejados, todavía es posible el milagro de una nueva primavera. ¡Abrid vuestros corazones al Señor que se acerca!
A. ¡“Christus natus est nobis”!, Nos ha nacido un Salvador: para derribar las murallas que nos impiden mirar al horizonte; para abrir los ojos a lo sorprendente y lo nuevo, lo inesperado y la utopía. “La gloria del Señor nos invade hoy de claridad”.
L2. Ya ha venido y está llegando nuevamente el Señor. No perdáis la ocasión, salid a recibirle como habéis hecho otras veces: cuando tuvisteis tierra para acogerle el día que llegó creando las cosas, cuando tuvisteis palabra para hacer alianza con él en Abraham y Moisés; cuando tuvisteis paja en un pesebrepara recibirle el día que quiso compartir nuestra tienda y abrirla hasta los confines del mundo. Hoy llega ofreciéndonos la posibilidad de un mundo otro. ¡Salid con alegría a recibirle!
A. ¡Christus natus est nobis! Nos ha nacido Cristo, el Señor. Como cauce que recibe la crecida de las aguas, te acogemos, Señor; como piedras que hacen sonoro el cristal del río, anunciaremos tu presencia desde la justicia y la paz. Porque la paz en la tierra de los hombres que tú amas será siempre el mayor reflejo de tu presencia. “Gloria de Dios en el cielo”.
P. Juntemos en un solo coro todas nuestras voces y dediquemos con todas las criaturas este canto de bienvenida y alabanza al Señor de nuestra tierra y nuestra historia.
A. . SANTO, SANTO, SANTO, SANTO, SANTO, SANTO ES NUESTRO DIOS. SEÑOR DE TODA LA HISTORIA, SANTO, SANTO ES NUESTRO DIOS.
SANTO, SANTO, SANTO, SANTO, SANTO, SANTO ES NUESTRO DIOS. SEÑOR DE TODA LA HISTORIA, SANTO, SANTO ES NUESTRO DIOS.
Que acompaña a nuestro pueblo, que vive en nuestras luchas, del universo entero el único Señor. Benditos los que en su nombre el Evangelio anuncian, la buena y gran noticia de la liberación.
SANTO, SANTO, SANTO, SANTO, SANTO, SANTO ES NUESTRO DIOS…
P. Los que aún mantenéis firme la capacidad de sorpresa venid, mirad, ved, adorad. ¡Es una nueva Creación! Nos ha nacido un Niño que trae en sus manos la utopía.
L3. No intentéis manipular a este Niño como se manipula a un “dios” cualquiera. Este Niño ya ha tenido que superar muchos belenes: nuestros belenes personales y familiares, nuestros belenes nacionales y eclesiales. Nos ha nacido un Niño que, en su edad adulta, se rebeló contra los doctores que pretendieron enseñarle nuestras malas lecciones, contra las escuelas que intentaron domesticarlo y hacerlo un “dios” a nuestra medida.
A. En esta Noche santa, Dios se acerca a nosotros con la novedad de quien nace cada día. Permítenos, Dios alegre y jovial, recordar ahora con agradecimiento aquel tu bello gesto de madurez, realizado en la noche de despedida.
P. Los ojos entornados sobre el pan, el corazón volcado sobre el mundo y las manos alargando el gesto maternal de amor y profecía: TOMAD Y COMED… Y luego hizo el mismo gesto con la copa: TOMAD Y BEBED…
Canto coral: Adeste fideles ……………………………..
P. La Navidad sigue siendo posible porque, a pesar de todo, un Niño está naciendo todavía y el corazón del mundo sigue amando.
L4. Hay entre nosotros familias que acogen algún niño abandonado, a los niños de la guerra, a los niños del hambre y el SIDA, a los niños no queridos… Los cuidan, los alimentan, los rodean de cariño, los educan. Con mucha generosidad y entrega llegan a decirle: “No temas, mi niño, tú eres para mi un hijo”.
A. Personas hay entre nosotros que gastan su vida, como lámpara que se agota, al lado de un anciano o de un enfermo terminal, entre los presos de la cárcel o los sintecho que dolorizan nuestras calles… Y lo hacen con cariño, con alegría, quizás también con agradecimiento. Pues, cada vez que esto ocurre, se hace presente la Navidad.
L5. Hay entre nosotros quienes, contra la exclusión del inmigrante y el diferente, ponen en riesgo su propia comodidad y la seguridad de su hogar; quienes, compartiendo lo que son y lo que tienen, son, aunque no lo pretendan, un desafío profético al consumismo, a la acumulación y al empobrecimiento; hay quienes, convencidos de la común humanidad de todos los seres humanos, ponen su tienda entre los pobres y los más frágiles y defienden con ellos su dignidad y su derecho a la vida.
A. Nosotros, también seres humanos, hijos e hijas de esta tierra, nuestro hogar y casa común, reunidos en el aniversario del nacimiento de Dios en nuestro mundo, declaramos que, cuando se dan estos gestos, la tierra se enriquece, la humanidad se ennoblece y vuelven a cantar los ángeles desde el cielo la Gloria de Dios: porque sigue siendo Navidad.
P. Pues, unidos a María y José, hagamos con Jesús un brindis a Dios Padre por todas las buenas noticias que están sucediendo en nuestro mundo: POR CRISTO…
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