martes, octubre 8, 2024
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PÚBLICO Y PRIVADO EN EL ÁMBITO EDUCATIVO

Éxodo 94 (may-jun.’08)
– Autor: Joaquín García Roca –
 
La Educación vive actualmente algunas transiciones que afectan decididamente al modo de plantear lo público y lo privado en el ámbito educativo. Una transición alude al desbordamiento, que la escuela sufre hoy como vehículo exclusivo de la educación; una segunda transición constata la desestabilización de la dinámica de los sectores, que fragmentan la educación, para requerir una mayor imbricación. Y finalmente una tercera transición cuestiona la centralidad de la lógica del poder en la distribución de las competencias educativas entre lo público y lo privado.

EL DESBORDAMIENTO DEL SISTEMA EDUCATIVO

Asistimos a la crisis del consenso ilustrado, que asignaba a la escuela la capacidad de hormar personalidades y socializar valores. Desde esta convicción, el ideal de la escuela moderna era la desconexión de todas las instancias externas al aula como interferencias molestas. Sobraban las familias, las organizaciones sociales, los medios de comunicación, la calle, ya que dificultaban la tarea educativa. La sociedad le asignaba a la escuela y a los maestros la responsabilidad principal en la educación de sus hijos e hijas.

En los últimos años, la educación hace su viraje en dirección contraria; se desborda el espacio escolar (el aula), el tiempo de la formación (infancia y juventud), los contextos educativos (comunitarios e institucionales). Y por la misma razón se replantea el significado de lo público y privado en el ámbito educativo.

Se desborda el espacio educativo que sale del aula y del centro escolar, al comprender que ningún problema educativo empieza y acaba en la escuela: ni el aprendizaje, ni el absentismo, ni el rendimiento académico, ni la socialización en valores. Nadie sobra en este empeño. Se necesita la familia, ya que la conversación con el padre, el comentario del abuelo o el ambiente cordial de los hermanos son la puerta de entrada a la educación. Con los amigos se experimenta la capacidad de iniciativa y creatividad para abordar los retos cotidianos. En las comunidades de sentido (religiosas, culturales…) recibe propuestas sobre la vida buena y feliz. Con las asociaciones civiles, culturales y deportivas canaliza su proyección social hacia la defensa del medio ambiente, la promoción del voluntariado, la cooperación internacional o la lucha contra la marginación.

Se desbordan también los tiempos educativos. La educación ya no afecta sólo a la infancia, a la adolescencia o a la juventud, sino que se proyecta a lo lago de toda la vida para socializar aspectos nuevos de la realidad, adquirir destrezas para vivir colectivamente, mejorar las propias competencias y actualizar el propio desarrollo personal. La educación no tiene una edad apropiada y sólo necesita saber qué debe ofrecerse en cada etapa de la vida. En la actualidad, ya no basta con que cada individuo acumule conocimientos en la infancia o en la juventud sino es necesario actualizar y enriquecer ese primer saber adaptándose a un mundo en permanente cambio mediante la educación permanente.

Se desbordan también los recursos formales e institucionales, para apropiarse de todos los recursos cotidianos e informales, en variedad de contextos, en diversidad de instrumentos y estructuras organizativas. Desde los campamentos hasta las bibliotecas, desde los museos hasta los parques temáticos, desde las casas de la juventud a los centros de cultura popular. De este modo, recupera la riqueza que procede de lo informal y nacen nuevos escenarios para la educación popular, las campañas de alfabetización de adultos, la educación no formal, la educación a distancia.

Si el espacio educativo trasciende el aula, si la educación no puede ya definirse por referencia a un periodo particular de la vida, si la educación rompe su identificación son el sistema educativo formal, hay que recrear asimismo la responsabilidad de lo público y lo privado, para acceder a la producción comunitaria de la educación. Público y privado han de replantearse en un momento en que la educación ha de vincularse a más actores, a otras fuentes, a otras riquezas, a otros escenarios. 1 Sus actores son plurales y antes de distribuir las competencias entre lo público y lo privado, hay que descubrir el carácter comunitario de la educación con la presencia simultánea de distintas instancias. Los nuevos escenarios educativos no caben en el tradicional dilema entre lo público y privado. Mayormente, cuando la educación ha dejado de ser primariamente una función unida a una etapa de la vida para convertirse también en el equipaje para vivir personal y socialmente un mundo de sentido.

En este nuevo contexto, recuperar el sentido de lo público en el ámbito educativo, significa tres cosas esenciales. Supone anteponer la preocupación por la igualdad y la justicia a la preocupación por la reproducción de los valores del propio grupo, con el compromiso inequívoco por la universalidad de la enseñanza como derecho garantizado. En segundo lugar, supone la apuesta por la calidad en referencia exclusiva a las capacidades de las personas y en contraposición al acceso elitista. Y por último, el sentido de lo público necesita apropiarse de todas las posibilidades dignas de ser tenidas en cuenta y de las capacidades que tiene un grupo humano, tanto si esas potencialidades pertenecen a la llamada sociedad civil como al mundo empresarial, al mundo religioso como a las organizaciones solidarias. Por estas tres razones, el sentido primigenio de lo público no puede identificarse con lo estatal, ya que hay una realización del Estado que es absolutamente privada, y por el contrario hay un privado que puede considerarse público-social ya que está presidido por el bien común y los intereses colectivos.

LA DESESTABILIZACIÓN DE LOS SECTORES EN EL ÁMBITO EDUCATIVO

Lo público y lo privado se ha construido sobre el concepto de sector, sustanciándose en el sector público y el sector privado, como quien se domicilia en territorios propios y excluyentes. Ambos sectores estaban perfectamente delimitados como los países que componen un mapa, con colores diferentes y fronteras definidas. La lógica de los sectores generaba la preocupación por las funciones y por las competencias de ambos sectores. Lo peculiar de la dinámica de sector es actuar en escalas y lógicas binarias (o público o privado). La división por sectores tiene una lógica excluyente ya que lo que es local no es global, lo que es del centro escolar no es del regional; lo que es individual no es comunitario; lo que es corporal no es espiritual; lo que es privado no es público; lo que es aprendizaje no es educación.

En los últimos años hemos asistido a la desestabilización de las dinámicas sectoriales en todos los ámbitos de la realidad. En el ámbito de la intervención social ya no resulta pertinente la escala individual, grupal y colectiva sino que lo individual es grupal y lo grupal está impregnado por lo colectivo. La sicología evolutiva renuncia asimismo a las dinámicas de escala al reconocer en el niño y la niña simultáneamente al agente, que actúa; al actor, que representa y al autor que decide. La gestión de la educación ha visto aparecer el nacimiento de formas mixtas que se caracterizaban por domiciliarse simultáneamente en ambos territorios como los conciertos educativos que se sitúan en el intersticio de ambos. Las políticas educativas reconocen la imposibilidad de delimitar lo local, lo autonómico, lo nacional y lo europeo; del mismo modo que decae la distribución de aprendizajes y valores como si fueran incompatibles entre ellos.

A la hora de plantear “lo público y lo privado”, el mundo educativo tiene que afrontar la desestabilización del formato de escala que no sólo afecta a la educación, sino a todas las esferas de realidad2. La dinámica de escala, que ayudó a pensar la distribución entre lo publico y lo privado, se está trasformando en dinámicas de conexiones. La primera se sustenta sobre la diferenciación de competencias, la segunda sobre la imbricación entre ellas; mientras la primera establece jerarquías entre las escalas, la segunda se preocupa por la implicación entre ellas.

La lógica de la imbricación permite entender la nueva relación entre lo público y lo privado ya que se interafectan mutuamente. Todo en el ámbito educativo es transfronterizo; nada hay orgánico que no sea psíquico, nada es nacional que no sea regional, nada es local que no sea global, nada puede aprenderse sino es a la vez educativo. En tiempos de complejidad no se puede tomar el sector como algo dado, sino que todo está aglomerado y entramado, en sistemas multiescalares y conectivos. Todo lo que es corporal es también psíquico. Hay situaciones que no se pueden organizar en jerarquías sino que están intercomunicadas en relaciones horizontales.

Lo único que podemos hacer es saber lo que hay de social en lo individual y viceversa, lo que hay de internacional en lo local, lo que hay de valor en el aprendizaje de instrumentos…. Todo anida en todo. La esencia de la educación es ser tutor de conexiones y de vínculos; allí donde otros se empeñan en separar las escalas y establecer jerarquías, la educación se empeña en vincularlas y conectar los aprendizajes instrumentales con la educación en valores, conecta el aula con el taller, el centro escolar con la calle del barrio. La preeminencia de un escala sobre las otras dependen en gran medida de la opción ideológica: los comunitaristas enfatizan la centralidad de la comunidad y los liberales la del individuo; los socialdemócratas enfatizan lo nacional-estatal y los liberales las células individuales. La cuestión hoy es saber si se sostienen o no la dinámica de las escalas, o bien debemos abordar las conexiones entre lo público y lo privado. Donde a este último corresponde la garantía de los derechos humanos y la capacidad de universalizar el bien común.

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