Escrito por
Éxodo 97 (ener.-febr.’09)
– Autor: Inmaculada Cubillo –
Eduardo Galeano (El libro de los abrazos) nos cuenta que el mundo es como “un mar de dos orillas: al norte, pocos con mucho; al sur, muchos con poco. Al este que ha dejado de ser Este, quiere ser norte, pero a la entrada del paraíso, un cartel dice: ‘completo”’.
Así es el mapamundi de la pobreza: donde las definiciones de norte y sur son relativas –si miramos un mapa de proyección de Peters: Australia, un continente rico, está muy al sur, mientras que la mitad de África y casi toda Asia están por encima de la línea del Ecuador…, y donde hay 963 millones de hambrientos (FAO, 2008) y donde el 75% son los productores de los alimentos para la despensa mundial, son pequeños agricultores, pescadores o pastores que no tienen acceso a los recursos necesarios para producir los alimentos que necesitan para llevar una vida plena y digna.
¿DÓNDE VIVEN LOS HAMBRIENTOS DEL MUNDO? – Dos personas de cada seis habitantes del planeta pasan hambre.
– En 122 países denominados “el Tercer Mundo” viven 4.800 millones de personas de los 6.200 que pueblan la tierra.
– El 4% de la población de África del Norte pasa hambre: se mantiene el porcentaje y aumenta el número de hambrientos en África del Norte.
– El 10% de la población de América Latina (con un total de 53 millones de hambrientos), en medio de grandes desigualdades sociales.
– El 16% de Asia y Pacífico y un grupo de países de la Comunidad de Estados Independientes suman 570 millones de personas hambrientas.
– El 33%, más de un tercio de la población de África subsahariana, pasa hambre todos los días.
El mayor número de personas desnutridas, más de 500 millones, vive en Asia, donde representan el 24% de la población . Pero si hablamos de la proporción de las víctimas, la mayoría se concentra en el África subsahariana, donde hay más de 186 millones de seres humanos permanentemente hambrientos. Estas personas padecen “hambre extrema”, con una ración diaria de alimentos de 300 calorías por debajo de la supervivencia soportable.
CAUSAS DEL HAMBRE
El sistema con una mano roba lo que con la otra presta. Sus víctimas: cuanto más pagan, más deben. Cuanto más reciben, menos tienen; cuanto más venden, menos cobran. Eduardo Galeano, El libro de los abrazos
Las causas del hambre pueden ser coyunturales, puntuales, como los desastres naturales y sequías; factores humanos como la guerra o la ineficacia de las agriculturas tradicionales. Pero hay otras causas que multiplican y perpetúan los efectos de las primeras, tales como:
La deuda ecológica, con la apropiación de recursos naturales de los pueblos y los saberes ancestrales: recursos y conocimientos de medicina natural que las multinacionales farmacéuticas obtienen de los países menos desarrollados. Además se suma la contaminación, el vertido de residuos y la cesión de tecnología no apropiada, entre otros.
La injusta distribución y dificultades de acceso a los recursos que les darían la capacidad de tomar decisiones para mejorar sus vidas: tierra, agua, biodiversidad y bosques.
En la India, en la región de Andhara Pradesh, las grandes explotaciones se concentran en la cabecera del canal construido en la orilla del río Tungabhadra, mientras que las pequeñas explotaciones se concentran en la desembocadura. El agua llega a los pobres más tarde y contaminada. El acceso al agua depende de los recursos como crédito para comprarla y representación política.
La agricultura convertida en agronegocio. Aumenta el grado de concentración del sistema agroalimentario actual, destinando las tierras y los recursos naturales que antes servían de alimento a millones de personas a producir agrocombustibles de venta de los países ricos. Un número muy reducido de empresas de producción y distribución determinan qué se produce, cuánto se produce, quién lo produce y a qué precios, hipotecando cosechas de granos básicos. Según la FAO (2008), los países pobres del mundo gastarán en importación de cereales este año el doble de la cantidad que pagaron hace dos años por las mismas cantidades.
Pero, sobre todo, las políticas económicas y comerciales aplicadas al sector agrario que han creado nuevas “dependencias” 6. Los países ricos, liderados por EEUU y la UE, están firmando tratados de libre comercio regionales y bilaterales, evitando las negociaciones conjuntas que fortalezcan a la contraparte. Unos 25 países en desarrollo han firmado ya tratados de libre comercio con países desarrollados, y más de 100 están embarcados en negociaciones. Prácticamente ningún país, por pobre que sea, se ha quedado fuera. La UE sostiene la firma de estos tratados bilaterales y regionales para que los países en desarrollo de África, Caribe y el Pacífico mantengan su acceso a los mercados europeos de una manera compatible con las normas de la OMC.
En el ámbito local, las consecuencias son millones de familias campesinas en todo el mundo que, sin un digno acceso a la tierra, al agua ni a semillas, han salido ya de sus tierras, o lo harán pronto, camino de los cinturones de miseria de las grandes urbes e incluso a jugarse la vida en proyectos migratorios mucho más lejanos. En este contexto, las palabras del ex relator del Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, son rotundas: …“los gobiernos no deben expulsar, devolver ni extraditar a una persona a otro país cuando hay motivos suficientes para creer que estaría en peligro de padecer hambre, desnutrición crónica u otras graves violaciones del derecho a la alimentación.
El empeoramiento de esta situación se debe a la crisis alimentaria mundial, motivada a su vez por la subida de los precios agrícolas, la especulación, el aumento de la demanda asiática y la subida del petróleo. La subida de los precios provoca que se reduzca el consumo en cantidad o calidad de comestibles o se dediquen menos recursos a las necesidades de salud y educación. Por otro lado, la bajada de los precios por el exceso de oferta provoca que el agricultor no encuentre ventajoso cultivar, recoger o vender su cosecha en el mercado.
HAMBRE Y OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO
CENTESIMUS ANNUS 31. Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno. (Juan Pablo II, 1991)
Sucesivas y continuas oportunidades han tenido los gobiernos, desde la cumbre de Roma de 1996 hasta la última reunión de alto nivel para la Seguridad Alimentaria, celebrada en Madrid el pasado mes de enero (RANSA, 2009), y hasta ahora no han hecho sino entretener la solución posible del hambre en un mundo donde se producen alimentos para alimentar al doble de los habitantes que lo pueblan.
En el marco de los ocho objetivos, firmados por 189 países de las Naciones Unidas en el año 2000, para erradicar la pobreza, promover la dignidad humana y la igualdad, alcanzar la paz, la democracia y la sostenibilidad ambiental, el hambre impide su consecución, especialmente del primero y el octavo:
1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre: las tasas mundiales de pobreza se han reducido especialmente en Asia, pero se incrementan en África subsahariana desde 1990, donde la mitad de los menores de cinco años padecen desnutrición. Un niño nacido en Etiopía tiene treinta veces más posibilidades de morir que uno europeo.
Para revertir estas tendencias sería necesario un crecimiento económico más rápido para las poblaciones más pobres, lo que parece irreal en medio de la falta de recursos, enfermedades y conflictos armados que afectan su vida diaria.
2. Fomentar una alianza mundial para el desarrollo, a través del aumento de la ayuda y el alivio de la deuda externa y mayor inversión en protección social para acabar con la pobreza, en un marco de mayor justicia comercial que permita la circulación de alimentos en igualdad de oportunidades.
Cumplir estos ocho objetivos involucra a países ricos y pobres y a sus poblaciones en el respeto a los derechos humanos, el cuidado del medio ambiente, la educación y la ciudadanía… pero una persona con hambre no tiene tiempo ni capacidad para dedicarse al compromiso social o político que pueda incidir en mejorar sus condiciones de vida en pobreza.
CRISIS ALIMENTARIA Y OTRAS CRISIS: … ¿TAMBIÉN PARA LA AYUDA?
El aumento de los precios de los alimentos genera muchos desafíos económicos, sociales, políticos y medioambientales, que tienen repercusiones tanto para las actividades humanitarias como para las de desarrollo. Esta crisis alimentaria pone en peligro a millones de personas que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad en todo el mundo y amenaza con destruir los importantes logros conseguidos en la reducción de la pobreza y el hambre en el decenio pasado.
Según la Campaña “Derecho a la Alimentación” 10, la crisis alimentaria no puede desvincularse de las crisis económica, climática y energética que asolan el planeta, ya que las cuatro comparten el mismo origen: el actual modelo de desarrollo insostenible.
En la actual coyuntura de crisis generalizada, varias organizaciones levantan su voz para pedir que no se recorte la ayuda alimentaria ni el apoyo al desarrollo a los países más pobres. Las organizaciones Greenpeace, Intermón Oxfam y Amnistía Internacional han presentado un documento de reflexión sobre la crisis financiera actual y su impacto en la ayuda internacional al desarrollo. Aunque calculan que “todavía es pronto para prever con exactitud las dificultades… es evidente que la reducción de las exportaciones a los países desarrollados, la reducción de las remesas, el descenso de la inversión extranjera y la escasez de liquidez internacional, que afectará especialmente a los países con menos acceso al crédito encareciendo la financiación de su desarrollo, derivarán en menos crecimiento y riqueza para repartir y por tanto menos educación y salud para cientos de millones de personas. Para quienes viven en los países más pobres del mundo esta situación es literalmente una cuestión de vida o muerte”.
Por su parte, el director general de Acción contra el Hambre, Olivier Longue, aseguró, en la presentación del informe El hambre estacional 11 con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que “frente a los 3.000 millones de euros que bastarían para curar a los 19 millones de los 55 millones menores de 5 años con desnutrición grave, destacan los 200.000 millones gastados por EEUU para afrontar su crisis inmobiliaria o los 1,95 billones gastados en la guerra de Iraq”.