Escrito por
Número 80 (sept.-oct.’05)
– Autor: José Manuel Vidal –
SÉPTIMO poder convertido en primero, sociedad de la información, sociedad de la comunicación… son otros tantos lugares comunes y universalmente aceptados por la cultura dominante actual. Está claro para todos que el entorno de la comunicación constituye hoy el primer, principal y casi único foro de discusión de los asuntos públicos y la vía mayoritaria de información, formación y entretenimiento de la mayoría de los ciudadanos. No olvidemos que el español medio dedica diariamente alrededor de tres horas a los medios. Vivimos, pues, en una sociedad configurada por los medios de comunicación. La información se ha convertido en el factor principal del que depende nuestra sociedad. El sistemasocial funciona en dependencia de los flujos de información.
Por diferentes razones, los medios de comunicación están recubiertos de una especie de campana, de muro o de techo de cristal contra el que rebota la información religiosa. De tal forma que, en el quehacer diario, la noticia religiosa tiene que ser muy llamativa, tener un buen titular y estar bien “amarrada” para poder traspasar ese techo o superar esa barrera y entrar en el flujo informativo en el que se realiza la selección diaria de las noticias. Y si no entra en el flujo informativo, no entra en la selección. Y si no entra en la selección, no se publica. Porque hoy, hacer periodismo es seleccionar. No en vano sólo se publica el 10% del caudal informativo que llega a los medios. Dicho de otra forma, de entrada la noticia religiosa no interesa. Hay en los medios como una especie de cansancio secular ante la noticia religiosa que no aporta nada nuevo, que dice siempre lo mismo, lo que ya escuchábamos de niños, con un lenguaje que huele a abstracción, a rancio y a “dejá vu”.
Si la información religiosa topa en los medios con un techo de cristal que, en muchas ocasiones, consigue romper, la laicidad tropieza a menudo con un muro de hormigón armado que casi nunca consigue horadar. La religión puede tener mala prensa, pero tiene prensa. La laicidad no tiene prensa ni buena ni mala. En España nadie habla de la laicidad, y al que lo hace todavía se le mira como un bicho raro. En un país que siempre ha ido detrás de los curas con un cirio o con un palo, hablar de un sistema laico es poco menos que renunciar a la genética constitutiva del país. Eso de la laicidad es de la libertina, atea y laica Francia. Y para empeorar aún más las cosas, la Iglesia católica y sus aláteres estigmatizan continuamente a la laicidad y la tachan de laicismo. Y ya se sabe que no hay un “ismo” bueno.
Y si así actúan los grandes medios aconfesionales, ni que decir tiene que en los medios confesionales y similares la información religiosa se convierte en propaganda(catequesis) y la laicidad en el espantapájaros que hay que silenciar o denostar.