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Éxodo 94 (may-jun.’08)
– Autor: Esteban Tabares –
Esta experiencia es producto de un choque. Un choque frontal y directo con una realidad nueva con la que nos hemos topado hace años: los jóvenes y menores inmigrantes, a la deriva tantas veces como icebergs en el mar helado de sociedades difíciles cuando no hostiles hacia ellos. Es un intento de navegar junto a ellos, a través de las mismas corrientes, con el objetivo de llegar –ellos y nosotros, todos- a buen puerto.
Corría el año 2000 cuando, reflexionando en Sevilla Acoge sobre qué hacer con los jóvenes inmigrantes en nuestra ciudad, acordamos que era necesario abrir una nueva línea de acción hasta ahora inédita para nosotros: la formación profesional ocupacional. Entre las diferentes posibilidades escogimos la de una Escuela-Taller, financiada por el INEM y gestionada por Sevilla Acoge.
Durante un año completo funcionó nuestra escuela-taller llamada “ECOPODA-JUNIOR”. Se matricularon 30 alumnos/as: tres eran jóvenes gitanos, quince eran inmigrantes y el resto chicos/as payos. Aprendieron trabajos de jardinería, poda de grandes árboles y técnicas de fabricación de compostaje, además de hábitos de estudio y de trabajo, disciplina laboral, saber convivir y respetarse entre ellos, etc. No fue nada fácil la experiencia, pues hubo que hacer congeniar a jóvenes muy distintos y meter por hábitos de estudio y de trabajo a chicos/as provenientes en su mayoría de fracaso escolar unos y de ambientes marginados otros.
Terminada la escuela-taller, nos decíamos: ¿y ahora qué? ¿cómo seguir? ¿qué hacer con ellos? ¿ha sido sólo el entretenimiento de un año?… Tras muchos análisis, decidimos fundar una empresa de inserción social con uno de los técnicos -socio y trabajador a la vez-, con varios alumnos más motivados como trabajadores y con un pequeño capital que aportaba Sevilla Acoge. “ECOPODA” funciona desde el año 2002 y se dedica a la jardinería, vende la leña gruesa y elabora abono orgánico con los restos vegetales triturados.
Actualmente “ECOPODA” tiene una plantilla estable de seis personas: dos españoles, dos africanos, un marroquí y un ecuatoriano. Cuando hay mucha faena llegan hasta diez. No capitaliza beneficios, sino que éstos se invierten para amortizar nuevas inversiones en maquinaria y utensilios y en las nóminas. Como empresa de inserción social nos sirve para documentar a jóvenes inmigrantes “sin pa- peles” mediante el contrato de trabajo correspondiente.
En nuestra perspectiva, “ECOPODA” no sólo es un ámbito laboral y económico, sino un espacio educativo para la convivencia y el aprendizaje intercultural. Claro que no es fácil armonizar ritmo y exigencia laboral, modos de ser fraguados con códigos culturales diferentes y además ¡con jóvenes!… Por ejemplo, ¿qué hacer con los chicos musulmanes cuando llega el mes de Ramadán o las fiestas propias? Fue complicado lograr un consenso, pues todos queremos tener cuantos más días de fiesta mejor. Finalmente acordaron hacer horario de verano (turno intensivo de mañana) durante el Ramadán y así compatibilizarlo con su ayuno. Con respecto al descanso para sus fiestas tradicionales, decidieron tomar días de sus vacaciones o cambiar nuestros días festivos por los suyos en paridad.
Otros elementos no siempre fáciles de armonizar entre ellos son el concepto de trabajo y el ritmo productivo. También en esto influye, y mucho, el perfil cultural de cada cual. La disciplina laboral, respetar los horarios, cumplir los plazos de entrega, el trabajo bien hecho, la responsabilidad en las tareas, etc. no son concebidos de la misma manera por todos. Alcanzar un nivel homogéneo en estos aspectos es otra finalidad educativa de “ECOPODA”, algo que con unos chicos se logra y con otros no.
La fidelidad a su cultura de origen y la adaptación o integración en esta sociedad exigen de los jóvenes un permanente proceso de negociación siempre complicado y muchas veces conflictivo. Por nuestro lado, la preocupación debe ser la comprensión genuina, no sesgada ni eurocéntrica, de la cultura de estos jóvenes inmigrantes trabajadores. Muchos de ellos se han marcado retos vitales muy fuertes para transformar sus vidas. A nosotros nos toca entender sus vivencias y proponerles a la vez nuevas experiencias laborales dignas y capaces de impulsarles a dar el paso hacia una nueva posición social.