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Éxodo 97 (ener.-febr.’09)
– Autor: Nicolás Castellanos –
Si acontece una desgracia en el mundo, todo se paraliza y se hace un minuto de silencio en memoria de las víctimas. En este minuto se están muriendo 24.000 personas. Y todo sigue igual. Diariamente nos provocan: dos mil quinientos millones de personas sobreviven con menos de dos euros al día y la desertización amenaza a mil doscientos millones en un centenar de países.
Contemplar el mapa de la pobreza en el mundo, y vivirla en este infierno injusto, cruel y perverso en este barrio marginal del Plan 3000, en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, me rompe el alma y me llena de preguntas: ¿Dónde dormirán esta noche los pobres? ¿Cuándo la pobreza dejará de ser la ignominia de la humanidad?
Estas preguntas tienen respuesta. Jeffrey D. Sachs, “probablemente el economista más importante del mundo”, acaba de afirmar que “el fin del hambre extrema está a nuestro alcance. Sólo con que los países ricos diesen el 1% de su renta, permitiría que esos 1.100 millones de pobres extremos pudieran satisfacer sus necesidades básicas”.
J. D. Sachs cree que se puede acabar con la pobreza del planeta en el año 2025, con un “pacto global” entre ricos y pobres. Abordar el fin de la pobreza con rigor, invertir los recursos naturales en reducir la pobreza antes que en la guerra, la corrupción, el contrabando y la contienda política. Y los países ricos tener voluntad política de cooperar con recursos reales. Lo que ocurre es que en “la distribución de los recursos estamos bajo mínimos de justicia”. Hay medios suficientes para que nadie pase hambre ni sed. Sólo falta voluntad. Además yo no veo que las gentes que cuentan con todos los medios vivan tan felices y tan pletóricas. Por razones de justicia y de felicidad, me parece urgente hacer una “revolución ética”. Ese es el problema, la solución que denuncia y ofrece Adela Cortina Orts.
Esa falta de voluntad política es evidente si comparamos las ayudas al desarrollo, puras migajas, con las multimillonarias ayudas para salvar el sistema financiero.
De una forma modestísima el Proyecto Hombres Nuevos lo está demostrando.
Hombres Nuevos está en el camino de los pobres desde hace 17 años, en este contexto de globalización, que ni cuentan ni participan en el sistema. Y precisamente la calidad humana de una civilización se mide por su capacidad de integrar a todos sobre la base de derechos, obligaciones y valores humanos.
Para Hombres Nuevos la palabra clave es INCLUYENTE.
Se cuidan algunas actitudes básicas: Ver la vida con ojos de joven y con ojos de Evangelio, que siempre es una noticia de liberación y felicidad.
La identidad de Hombres Nuevos la marcan estos tres principios:
1. El Proyecto Hombres Nuevos es un proyecto social CON los pobres y para los pobres. Educar a la persona es dejar de ser súbdito, sumiso, pasivo y llegar a ser ciudadano libre, responsable, solidario; pues todos somos iguales, hermanos, que compartimos y encontramos ahí la felicidad.
2. Educar en valores: Se empieza por elevar su autoestima, ayudarles en su promoción integral hasta que consigan llegar a ser protagonistas de su propia historia y desarrollo.
Y esto se logra fundamentalmente a través de una educación liberadora. Hemos construido 55 escuelas de primaria y secundaria, tres Escuelas Universitarias de Informática, de Turismo y de Teatro, la única que existe en el país. En las Universidades tenemos 500 becados y en 5 comedores desayunan y almuerzan 700 niñas y niños escolarizados. Todo contribuye a elevar el nivel cultural: Gimnasia Rítmica, cuatro años campeonas de Bolivia; Orquesta Sinfónica Juvenil Hombres Nuevos, hoy de rango internacional; “Camino Nuevo”, centro de día para niños y adolescentes trabajadores en la calle y de la calle, la Banda, en la Ciudad de la Alegría funcionan todas las escuelas deportivas, piscinas, polideportivo, Casa de encuentros culturales y de espiritualidad, viviendas sociales, vivero de microempresas, Iglesia Jesús Divino Maestro, una maravilla exponente de arte chiquitano, de las misiones jesuíticas, proyectos de erradicación del trabajo infantil, hogar de Mensajeros de la Paz.
En todos estos programas sociales lo más importante es la capacitación y la formación.
3. Autofinanciación. Se va logrando en muchos programas.
Nuestra opción de fondo es la opción por los pobres. El pueblo de Dios tiene que estar del lado de los que están en el reverso de la historia.
Pero en el Sur tenemos un plus de esperanza que no posee el Norte.
Tengo acuñada una frase que lo expresa gráficamente: “En el Norte disponen de casi todos los medios para vivir y les faltan razones para existir, en el Sur carecemos de medios para vivir y nos sobran razones y motivos para existir”.
Nos movemos dentro de un proyecto integrador, que asume todas las dimensiones de la persona humana pobre, que tiene hambre, necesita escuela, salud, higiene, trabajo, espacio para el tiempo libre, que necesita a Dios, si es creyente.
El paradigma es Jesús, que se encarnó en la cultura de los pobres. Y desde ahí evangelizó, anunció el Reino, no desde la cultura de las élites.
Su pedagogía evangélica, liberadora, partió de los pobres y con los pobres.
Ni pretendemos ser ni somos como ellos, pero intentamos acercarnos, no distanciarnos. Vivimos en el barrio, en una vivienda parecida a la suya, austera, sencilla, con lo imprescindible para vivir. Por opción prescindimos de coche, lavadora, TV. No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.
Una cosa tenemos clara, no confundir el identificarnos con solidarizarnos. Querer llegar a identificarnos nos podía llevar a la esquizofrenia.
CRITERIOS OPERATIVOS DEL PROYECTO HOMBRES NUEVOS
Nuestro lema es: “Nada para los pobres, todo con los pobres”. El objetivo es claro, luchar juntos, con ellos, por su dignidad y liberación. Capacitación hasta conseguir ser protagonistas. No hacemos nada sin contar con el pueblo, sin escucharles. Cuando nosotros llegamos con nuestra mentalidad europea, no pensamos construir iglesias, templos, pero resultaba que en cada asamblea con la gente, siempre decían que la primera, la segunda y la última necesidad era un templo. Les escuchamos e hicimos templos: después de diecisiete años, al constatar los templos llenos (y son espaciosos), nos damos cuenta de que tenían razón.