Escrito por
Redes Cristianas
Coordinadora de redes Cristianas
La Coordinadora de Redes Cristianas, ante la postura oficial de la Iglesia católica sobre la pederastia, declara cuanto sigue:
1º Aunque no sea la pederastia un fenómeno típico ni exclusivo de la Iglesia católica, reconocemos que le está haciendo mucho daño porque afecta directamente a su esencia y credibilidad. Entendemos todo esto como posible consecuencia –entre otras causas- del ambiente hermético y cerrado en el que ha querido formar a sus servidores más directos y de la omnímoda imposición de un celibato no elegido ni necesario para el servicio sacramental. No obstante, debemos evitar convertir en sospechosos de pederastia a todos los sacerdotes por el mero hecho de serlo. Sería una enorme injusticia para con la inmensa mayoría que creemos inocente.
2º La postura oficial que, a través de Benedicto XVI, ha manifestado la Iglesia tanto en la Carta a los Irlandeses como en sus alocuciones personales, nos parece irresponsable e insuficiente: primero porque se ha tratado de ocultar el problema como si no existiera, y luego, cuando ya se ha hecho universalmente público, porque la Iglesia oficial no se ha sabido poner decididamente del lado de las víctimas. Es evidente que debemos odiar el pecado y practicar la misericordia con el pecador; pero antes y sobre todo, está la misericordia y la dignidad que debemos a las víctimas. Y, en este sentido, nos parece que no basta con una simple y hasta dramática petición de perdón; es necesario algo más: restaurar la dignidad de las víctimas. La Iglesia debe colaborar con la justicia civil; no puede encubrir abusos sexuales sobre menores, tipificados como delito grave en el código civil.
3º Vemos en esta postura oficial de la Iglesia un paralelismo elocuente con el comportamiento timorato y farisaico de esas sociedades que son capaces de levantar la voz ante los crímenes de fuera y no tienen valor y coraje para reconocer los que tienen en propia casa. (No es necesario acudir a la traducción práctica que estamos haciendo entre nosotros de la Memoria Histórica). Siempre será, por el contrario, un signo de dignidad y nobleza el reconocimiento de la propia fragilidad, la autocrática. Y creemos que hasta aquí no ha llegado la postura oficial de la Iglesia católica. Lo sentimos porque está siendo otra ocasión perdida.
Madrid, 23 de marzo de 2010