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IX-4 Una teología magisterial que naciera del miedo al riesgo de la verdad histórica o al riesgo de la realidad misma, sería cabalmente una teología apocada, una teología de poca fe desde su mismo punto de partida y, en último término, una evasión ante la grandeza de la verdad. Sería una teología conservadora, en el mal sentido de la palabra, preocupada sólo del hecho de conservar y no de la realidad. Y no sería ciertamente una teología misional, sino todo lo contrario (p. 320). La triple apertura que ha pedido el concilio: apertura a las fuentes, apertura a los otros cristianos, apertura a los interrogantes de la humanidad entera, no es expresión de un deseo de secularización, de un acomodamiento barato, sino que expresa en último término el retorno al sentido total de la teología, es decir, a su deber misional (p. 321).