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IX-15 El conocimiento de esta implicación de lo cristiano con la historia espiritual y religiosa de la humanidad…. constituye una de las cuestiones más apremiantes del cristianismo de nuestro tiempo y ha venido a ser uno de los interrogantes, al parecer ineludibles, de nuestra fe: el descubrimiento de la amplitud relativizadora de la historia que sentimos casi físicamente en un mundo que se nos ha hecho pequeño, juntamente con el descubrimiento de la amplitud infinita del cosmos… crea el verdadero fermento de la crisis de fe en que nos encontramos. Así se explica que el problema de la relación del cristianismo con las religiones universales haya venido a ser hoy una necesidad interna para la fe. No se trata de un juego de la curiosidad, que quisiera forjarse una teoría sobre el destino de los otros; este destino lo decide Dios solo, que no necesita de nuestras teorías. Si sólo de eso se tratase, toda nuestra búsqueda sería ociosa y hasta inoportuna. Pero hoy está algo más en juego: el sentido de nuestra propia capacidad y obligación de creer. Las religiones del mundo se han convertido en interrogante que se la plantea al cristianismo, que debe repensarse ante ellas en su pretensión y recibir así de las mismas por lo menos un servicio de purificación, que ya en su primer perfil permite barruntar cómo pueda entender también el cristiano tales religiones en su existencia necesaria dentro de la historia de la salvación (p. 402).