Escrito por
– Autor: Franz Wieser –
Benedicto XVI, de acuerdo a una nota periodística en Nación.com Internacional volvería a reafirmar próximamente en un documento que la Iglesia de Cristo se encuentra “realmente” y “únicamente” en la Iglesia Católica. El objetivo: combatir el relativismo eclesiástico ya anteriormente condenado por Benedicto. ¿Será por casualidad que la noticia coincida con el Evangelio del próximo domingo sobre el buen Samaritano? Como hemos visto, según esta parábola Jesús diría: La única “verdad” que a Dios le interesa es aquella que se hace vida en el amor y que para esto no cuentan diferencias dogmáticas o de culto (ver diálogo con la Samaritana.)Lo que separa viene del hombre, no de Dios. La única Iglesia de Jesús se encuentra ahí, donde personas y comunidades están unidos por seguir al buen Pastor, al pastor que va delante de su grey y no pontifica desde una “Santa Sede”, desde tronos y palacios, un pastor al estilo de la vida del hombre de Nazaret. “En esto se reconocen a mis discípulos, en que amen unos a otros” Jn 13,35) En esto se puede coincidir plenamente con San Ignacio de Antioquia, con el cardenal alemán Lehmann, e incluso con Martín Lutero: “Donde está Cristo, ahí está la Iglesia Católica entera”. Ubi Christus, ibi ecclesia.” Esto significa también: Muchos que están dentro, están fuera; y muchos que están fueran están dentro” (San Agustín). La Iglesia de Jesús no se pude definir ni en números, ni por fronteras. La otra es, a la cual el Papa se refiere, es una organización, una creación del hombre, o en servicio de la Iglesia de Cristo, o no. Hasta se puede hablar de un secuestro de Jesús para intereses netamente humanos. Es cierto: Con esto abogamos por un relativismo. La pertenencia a una Iglesia de Cristo es relativa a la fidelidad al mensaje de Jesús, “camino, verdad y vida”. Así que también la supuesta “infalibilidad” del Papa se muestra bastante relativa. Lo ha intuido Juan Pablo II, que se inquietaba por ser el papado uno de los más grandes escollos para la unidad entre los cristianos, solicitando a los teólogos a encontrar una salida de la duda. ¿Acaso no parece extraño que esto sea verdad, cuando Pedro debería, según Jesús, ser eje de unión, habiéndose convertido en lo contrario? Ya desde la primera división entre las iglesias accidentales y orientales al comienzo del siglo XII. las causas eran más políticas que religiosas: ¿Quién manda sobre quién? Cuando debería preguntarse cristianamente: ¿quién sirve mejor?.