Escrito por
– Autor: Claude Lacaille –
El gobierno de la Iglesia católica está viviendo una profunda crisis. El papa Ratzinger ha demostrado ser un piloto inhábil y se escuchan voces que piden su dimisión. Nunca, desde la reforma protestante, la rebelión de los cristianos de todas las edades se expresó de manera tan abierta y tan radical. La ola de apostasías que golpea a muchas iglesias del mundo es un indicador. Algunos se van estrepitosamente. Los medios son acusados de mala fe, de haber citado al papa fuera de contexto, también se les echa la culpa a los colaboradores más cercanos señalandolos como responsables de esas metidas de pata. Sin embargo Benito XVI no es una víctima de la curia romana, la integra desde 1981 y ha fortalecido su poder mientras desestimaba los errores y silenciaba a los teólogos, curas, obispos: Jacques Gaillot, Hans Küng, Edward Schillebeeckx o.p., Charles Curran, Robert Haihgt s.j., Andrew Fox, Eugen Drewermann, Matthew Fox, o.p., Tissa Balasuriya o.m.i., Josef Imbach, Thomas J. Reese s.j., redactor de la revista jesuita America, Jacques Dupuis, s.j. y una gran parte de los teólogos de la liberación como Leonardo Boff o.f.m., Jon Sobrino s.j. y Ivone Gebara.
Temas irritantes
La exclusión y la marginación de las mujeres irritan en grado sumo. Mientras que nada en la Biblia se opone a la ordenación de las mujeres, estas son excluidas del sacerdocio, del episcopado y del papado y de cualquier otro cargo de responsabilidad eclesiástica, con el pretexto de que Jesús solo puede ser representado por hombres. Benito XVI prohibe formalmente debatir este tema y lo convierte en una verdad intocable.
Durante la visita del papa al Brasil, los pueblos originarios de América reaccionaron con cólera ante la idea de que los “indígenas” esperaban silenciosamente a Cristo con la llegada de los europeos. “Seguramente el papa ignora que los representantes de la Iglesia católica de aquella época, salvo honrosas excepciones, fueron cómplices, en colusión y beneficiarios de uno de los más horribles genocidios de que haya sido testigo la humanidad. Más de 70 millones de muertos…Y lo hicieron basados en el presupuesto filosófico y teológico de que nuestros antepasados ‘no tenían alma’”
El papa Ratzinger rechaza también el pluralismo religioso. No considera a las otras confesiones cristianas como verdaderas iglesias, lo que entorpece las relaciones ecuménicas. En Ratisbona ofendió a los musulmanes al citar un antiguo texto que menciona a Mahoma como si se tratase de alguien que solo profesó “cosas malvadas e inhumanas”. Al reintroducir la misa en latín, incorporó a la liturgia del viernes de Pasión una oración por “la conversión de los judíos” que también provocó protestas. Al levantarles la excomunión a los cuatro obispos integristas que cultivan el antisemitismo, la indignación en el mundo judío llegó al paroxismo.
Más recientemente
Algunos acontecimientos recientes han arrimado fuego a la pólvora: primero, asociado al presidente italiano Berlusconi, Benito XVI ha condenado la desconexión del respirador que mantenía en estado vegetativo desde hacía 17 años a Eluana una joven, alimentada por sonda gástrica, como si se tratara de un asesinato. Esta insensibilidad se puso igualmente de relieve en el plano internacional cuando la Santa Sede se opuso a la propuesta de Francia en las Naciones Unidas de discriminalizar completamente la homosexualidad, dado que en ocho países es todavía castigada con la muerte.
La excomunión de la madre y del equipo médico que procedió a la interrupción del embarazo de una chiquita de nueve años en Brasil puso en evidencia un hecho demasiado frecuente en la Iglesia católica: la insensibilidad, la falta de compasión y de buen criterio, y la manía de asestar con leyes y dogmas la cabeza de la gente.
En África, en donde afirmó que “no se puede vencer al sida con la distribución de preservativos porque por el contrario agrava el problema”, el papa contradijo los esfuerzos sobrehumanos de los científicos y de los asistentes humanitarios que luchan contra esa pandemia que mata a millones de africanos y de africanas.
Esto debe cambiar
Se imponen profundas reformas. La Iglesia católica ha sido secuestrada, desviada por la curia romana desde hace ya demasiado tiempo. La barca de Pedro está en manos de piratas vestidos de púrpura “La curia moderna es una gigantesca maquinaria, improductiva e inútil. En Roma hay 35 cardenales. Se hallan repartidos en grupos antagónicos, se dedican a conspirar y a buscar complicidades en los corredores” confiesa Filippo di Giacomo, cura, periodista y juez eclesiástico en Roma.
El papa debe ser liberado del Vaticano y dejar de ser el jefe de un Estado simbólico de 0,44 km2 ni hacerse representar ante los gobiernos de los países del mundo mediante embajadores. Los nuncios apostólicos no son pastores, sino funcionarios con enorme poder. Presentan candidatos al episcopado en Roma; 9 de los 19 obispos de Québec serán nombrados, en el futuro próximo, sin consultar, a las comunidades involucradas. El nuncio de Ottawa procederá dentro del mayor secreto con el acuerdo del Vaticano. Es inaceptable.
Es necesario reintegrarles a los obispos, únicos sucesores de los apostoles, su papel de dirigentes de las iglesias locales y asumir, colegiadamente con el papa, el gobierno de la iglesia universal, No queremos más una iglesia piramidal, autoritaria y machista que excluye y excomulga; queremos que el mensaje de Jesús sea vivido e incorporado a las grandes causas de la justicia y de la paz, de los derechos humanos en la sociedad y en la Iglesia, en diálogo con los hombres y las mujeres de todas partes, creyentes o no. Queremos una Iglesia fraterna abierta y acogedora, una Iglesia samaritana dispuesta a dar la vida para que la humanidad y el planeta vivan plenamente. Queremos una Iglesia donde se pueda pensar y buscar la verdad libremente, sin la omertá que actualmente prevalece. Queremos una Iglesia que ame al mundo con locura, como Jesús nos ha enseñado.
Claude Lacaille, sacerdote de las Misiones Extranjeras