Escrito por
Éxodo 125
– Autor: Evaristo Villar, Benjamín Forcano y Miguel Ángel de Prada –
En las entrevistas de Éxodo pretendemos recoger aquellas reflexiones que, a partir de la vivencia de las personas seleccionadas, pueden alumbrar la temática que abordamos en cada número de la revista. En esta ocasión, Éxodo se asoma a la pluralidad de situaciones de convivencia familiar hoy en España y nos ha parecido más adecuado abrir esta sección a cuatro situaciones protagonistas de una diversidad todavía más amplia, presentes en la cotidianidad de la vida, a veces ocultas pero emergiendo con valores nuevos; a veces en proceso de cambio durante una larga trayectoria. Situaciones mestizas que colorean posiciones de pareja homosexual de gays y cristianos, pareja cercana a las bodas de oro en comunidad cristiana de base y movimientos sociales, familia homoparental de dos madres con hijo o pareja sin reconocimiento legal con hijo en común. Apuestas diversas pero coincidentes en el compromiso, el respeto y, cómo no, en el amor.
PRESENTACIóN DE LAS SITUACIONES SELECCIONADAS
Pareja homosexual y condición de igualdad en la diversidad
Javier Gómez y Manuel Ródenas
Javier y Manuel contrajeron matrimonio hace 8 años. Juntos han vivido abiertamente su condición de gays y cristianos, defendiendo la compatibilidad de la fe cristiana dentro de su orientación. A través del movimiento asociativo han desarrollado actividades de voluntariado y reivindicación de sus derechos y de todas las formas de expresión de la afectividad, tratando de construir puentes entre todos.
Familia católica, cerca de las bodas de oro, en comunidad de base
José María Navarro y Pilar García
Autopresentación: Nuestra andadura como pareja comenzó en 1968; pertenecemos a familias católicas practicantes de la clase media de la época y nos casamos por la iglesia. Hemos tenido tres hijos y cinco nietos, a los que hemos intentado transmitir los valores que nosotros consideramos fundamentales, a la vez que procurábamos ser respetuosos con sus opciones de vida.
Desde nuestra participación en distintos movimientos y grupos, hemos luchado siempre por una presencia cristiana más enraizada en las realidades sociales como alternativa a la mostrada por la iglesia oficial; desde hace muchos años pertenecemos a la comunidad cristiana de base Santo Tomás de Aquino. Entendemos que el mensaje de Jesús no es nunca excluyente y es por esto que nos posicionamos de una manera muy distinta a las directrices que impone la Iglesia institucional en materias como sexualidad, educación, formas de familia, etc. Aunque, como se desprende de lo anterior, la fe en Jesús de Nazaret está integrada en nuestra vida, las respuestas al presente cuestionario están expresadas fundamentalmente desde nuestra condición de ciudadan@s pertenecientes a una sociedad laica, democrática y plural.
Familia homoparental, dos madres y un hijo
Dina Verónica Gallegos Fernández, Mª del Pilar Rovira Balán y Samuel Alejandro
Autopresentación: Somos una familia homoparental, conformada por dos mujeres y un niño de 3 años. Nos conformamos como familia en México desde 2005, después en 2007 en España por lo civil y religiosamente; volvimos a México y en 2014 homologamos nuestro matrimonio allí. Nuestro hijo nació en mayo de 2011 llevando únicamente los apellidos de Pilar, pero en el 2014 llevamos a cabo el trámite de reconocimiento y ahora Samuel lleva los apellidos de ambas. Tratamos de pasar el mayor tiempo juntos: entre semana los tres coincidimos en casa para comer y cenar, creemos que reunirnos en torno a la mesa nos ofrece un espacio de convivencia muy importante; los fines de semana también los pasamos en familia. Nosotras por las mañanas trabajamos como docentes de educación superior y por las tardes asistimos con nuestro hijo a diversas terapias de rehabilitación, ya que Sammy, como le decimos cariñosamente, ha nacido con osteogénesis imperfecta (huesos de cristal). Nos reconocemos como católicos y nuestro hijo ha sido bautizado; oramos en familia y asistimos a misa. Nos gustaría participar más activamente en la iglesia, como tuvimos oportunidad de conocer en España a las comunidades de base, pero estas opciones son menos accesibles en nuestro país y en particular en la ciudad donde vivimos. Intentamos llevar una vida cristiana en la vida cotidiana y especialmente en la familia, basada en el respeto, la tolerancia y el amor. Nuestro hijo es un niño que va creciendo en una familia creyente y respetuosa de las creencias de cada uno.
Reconocimiento y cariño, también incomprensión entre amigos y familiares.
En el colegio de nuestro hijo nos hemos presentado como sus madres y no nos han puesto impedimentos para recibirlo; lo mismo hacemos en todos los sitios donde nos presentamos, lo hacemos como familia. En nuestro trabajo los compañeros saben que somos una familia, algunos lo expresan y otros hacen de cuenta como si no supieran nada, de alguna forma la invisibilidad a la que quieren llevarnos es algo que no nos afecta, comprendemos que detrás de eso hay muchos miedos personales. Tenemos muchas amistades que nos tratan con respeto, tienen claro que somos una familia y que somos igualmente respetuosas con sus opciones de vida; los hijos de nuestras amistades aprecian al nuestro, sin embargo por los tiempos y la diferencia de edad convivimos muy poco. Los vecinos de casa también saben que somos una familia homoparental con un hijo: con algunos lo compartimos abiertamente y existe un aprecio y respeto mutuo; con otros simplemente creemos que no merece la pena, ya que son personas conflictivas desde nuestra perspectiva. Pero lo más duro y lo más reconfortante está dentro de la familia. En el caso de la familia de Pilar nos aceptan, reconocen y quieren como familia; sin embargo en el caso de Dina las cosas son un poco diferentes con mi madre y hermanas. Éstas no han terminado de aceptarme como soy y tampoco a mi esposa; Samuel sí es bien recibido y muy querido. Por el contrario otros familiares nos aceptan y conviven con nosotros como una familia completa.
Pareja heterosexual sin formalizar con hijo en común
Patricia V. Martínez
P.V.M y su pareja se acercan a la cuarentena. Llevan 7 años juntos y tienen un bebé de un año. Universitarios y urbanitas, de inquietudes culturales y creativas alargan la etapa hedonista de los veinte (trabajar, salir, ir de compras, viajar). No existen traumas, ni luchas especialmente remarcables; desarrollan sus actividades laborales en un entorno competitivo y, en ocasiones, hostil.
Se consideran una pareja normal y corriente, compenetrada y honesta. Conscientes de la vulnerabilidad legal de su situación, dado que la ley española no la contempla, y del que el entorno suele considerar su opción como negativa, afirman el compromiso por el proyecto conjunto de convivencia y crianza del hijo desde una posición coherente y consecuente con la forma de pensar y sus prioridades: amor y compromiso.
ÉXODO LES HA PLANTEADO CUATRO CUESTIONES:
1.
¿Creéis que en todo tipo de familia o situación de convivencia hay unos “elementos-valores” comunes?, ¿cuáles?
Pareja homosexual y condición de igualdad en la diversidad
No creemos en los tipos de familia, menos aún desde una visión cristiana, sino en la condición de igualdad de todos los seres humanos y de respeto entre todos sus miembros y en la familia que, por definición de la realidad y por antonomasia, es diversa. Esta diversidad en la familia sólo es visible cuando se dan las condiciones de respeto y garantías de protección.
Los elementos fundamentales que encontramos en la familia son la existencia de un grupo de personas que conviven con amor, compromiso, lealtad, ayuda mutua, solidaridad, bien común, crecimiento y desarrollo de todos sus miembros.
Familia católica, cerca de las bodas de oro, en comunidad de base
Pensamos que toda situación de convivencia tiene que estar sustentada por unos valores que posibiliten la autonomía y el pleno desarrollo de cada uno de sus miembros.
La familia es el núcleo donde ir realizando entre tod@s este trabajo de convivencia y, por tanto, donde desarrollar unos valores fundamentales que irán determinando nuestra forma de ser y actuar, tanto dentro de la propia familia como en los distintos ámbitos en que nos movemos, ya que no consideramos la familia como un compartimento estanco. Esto lo vemos igual para cualquier tipo de familia o convivencia. Los que nosotros consideramos valores primordiales para ese desarrollo integral serían: cariño, cuidado, gratuidad, respeto, cooperación y solidaridad, clima de igualdad, fomento de la escucha y el diálogo…
Por supuesto, esta forma de comunicación comporta también unos derechos y unas obligaciones de tod@s para con tod@s.
Familia homoparental, dos madres y un hijo
No siempre los hay, aun cuando debería haberlos. Los fundamentales para nosotras son respeto, amor y honestidad.
Pareja heterosexual sin formalizar con hijo en común
Considero que así es. Unos valores que son universales y que suelen coincidir independientemente de la fe religiosa, la carencia de ella o cualquier rama o tendencia espiritual que pueda influir en el comportamiento de la persona.
A mi juicio, en el primer lugar de todos se sitúa obrar bien, ser buena persona y actuar como tal, lo que en un aspecto práctico se traduce en no herir o dañar al prójimo, ser honesto, respetar, cuidar, compartir y comprender.
2.
Si partimos de que la pluralidad de modelos de familia o formas de convivencia son un hecho socio-cultural, ¿son todos igualmente válidos?; ¿por qué?
Pareja homosexual y condición de igualdad en la diversidad
La legislación española ha adoptado desde el Código Civil hace casi diez años el concepto de familia acorde con la realidad. No existen tipos de matrimonios sino el matrimonio, al que acceden los ciudadanos con independencia de su sexo y su orientación sexual y en ese sentido se desarrolla bajo la Ley, la Familia, que merece toda la protección del ordenamiento jurídico español, al margen de cuáles sean las características de los miembros que la conforman.
Familia católica, cerca de las bodas de oro, en comunidad de base
Es muy posible que al tener estructuras distintas haya también diferencias o distintos modos de enfoque en la convivencia, pero no necesariamente en cuanto a la transmisión de valores, por lo que nos parecen todos los modelos arriba citados igualmente válidos. Además, creemos que es imprescindible, para vivir en sociedad, respetar la libertad de otras formas de entender la vida y vivir el amor.
Familia homoparental, dos madres y un hijo
No son todos del todo válidos en la consideración social o religiosa, por lo que no aparecen con el mismo valor. El sistema reproduce un patrón muy arraigado y tanto el estado como la iglesia, cada uno a su manera, desean seguir manteniendo el control o el equilibrio y lo hacen a través de la familia, como tradicionalmente se ha hecho.
Pareja heterosexual sin formalizar con hijo en común
Por supuesto que son todos válidos. Si yo acepto y tampoco me cuestiono las condiciones que otros han elegido para vivir su vida, ¿por qué la mía ha de ser rechazada? Considero que la opción de vida se ve sumamente influida por el entorno pero en último término la decisión es personal. En mi caso concreto, que vivo en pareja, tenemos un hijo y no pensamos en “formalizar” nuestra situación, mi decisión no pasa por un proceso de meditación extremo. Es una decisión consensuada en la que ambos estamos de acuerdo en lo más básico: que el valor de nuestra unión la construimos todos los días y no está alterada, dañada o incompleta por no seguir los cauces convencionales y generales.
Se da la circunstancia de que es el entorno el que trata de situarte en el camino de lo común, considerando como anormal y en cierto modo negativa nuestra opción, como si de esta forma no fuéramos una familia del todo. Los comentarios suelen ser siempre los mismos: “a mí me daba igual, me casé por mis padres”, “si no formalizas el vínculo nada te diferencia de cualquier otra relación”, “es una muestra de amor”, “yo tenía ganas de un fiestón con mi gente”, “es por el bien y seguridad de tus hijos, por temas legales”… En todos estos casos, uno calibra si conecta con algunos de estos motivos que llevan a la gente a casarse y si en algo nos estamos equivocando para más adelante retomar la posición de siempre: diariamente no dedico tiempo a pensar en ello, no es importante para mí.
3.
Desde la situación en que os encontráis, ¿en qué basáis la validez de la misma: en la llamada ley natural, en el código específico de alguna religión, en la determinación colectiva de una sociedad laica o en la decisión personal?
Pareja homosexual y condición de igualdad en la diversidad
Es desde la coherencia personal y conforme a la propia naturaleza de cada uno donde se desarrolla el modo de relacionarse y de construir uniones afectivas auténticas. Quizá lo que haya que cuestionar sea la validez de los enfoques que limitan el ejercicio y la libertad de expresión de las personas, el reconocimiento y respeto a su propia identidad y a conformar uniones afectivas en coherencia consigo mismas.
Familia católica, cerca de las bodas de oro, en comunidad de base
La nuestra fue una opción personal. Es verdad que entonces no se podía concebir otra manera distinta de la regulada por la Iglesia Católica y el estado confesional, pero nosotros pertenecíamos ya a alguno de los grupos críticos que surgieron en esa época y, por tanto, nuestra decisión la tomamos con libertad y conscientes del proyecto que queríamos construir en común.
Hoy, cuarenta y tantos años después, tras mucho trabajo de reconstrucción y mucho aprendizaje, seguimos eligiendo la misma opción de vida y compromiso junto a nuestra Comunidad de Base.
Familia homoparental, dos madres y un hijo
Nos amparamos en el reconocimiento del matrimonio civil y en el derecho que nos proporciona, así como en nuestro conjunto de creencias, en cuanto que somos personas dignas, hijas de Dios y que él nos quiere como somos.
Pareja heterosexual sin formalizar con hijo en común
No creo que los valores difieran, lo que creo es que es escogido porque representa determinada forma de ver y actuar en la vida. En mi caso concreto, conecto con lo que considero un sentido de libertad innegable y con lo que entiendo como una posición coherente y consecuente con lo que pienso y creo y son mis prioridades (amor y compromiso); rechazo ante el despilfarro, la dádiva y los acuerdos sociales preestablecidos con los que no comulgo.
Como opción sujeta al razonamiento lógico es susceptible de cambiar en tanto lo hagan las variables en juego. Más allá de lo sentimental pienso en el marco legal y los hijos. La ley no contempla esta situación y esto nos hace vulnerables.
4.
La irrupción de nuevas formas de convivencia o familiares suele presentarse como portadora de valores que quizá no han sido tenidos en cuenta suficientemente en las formas anteriores. Desde esta situación en que os encontráis, ¿qué valores os parece que aporta que no tienen en cuenta el resto de modelos?
Pareja homosexual y condición de igualdad en la diversidad
La evolución de las sociedades implica el conocimiento y el reconocimiento de la diversidad como valor positivo. Sólo en las sociedades civil y socialmente desarrolladas observamos cómo las personas viven con mayor felicidad cuando no tienen miedo de expresar su auténtico modo de ser y cuando sus respectivos ordenamientos jurídicos les protegen y establecen mecanismos que eviten cualquier fórmula de discriminación o menoscabo para las mismas.
Por tanto, es la consideración de diversidad lo que permite que las sociedades se desarrollen y que sus miembros puedan evolucionar aportando cada uno lo mejor de sí mismos.
Familia católica, cerca de las bodas de oro, en comunidad de base
Quizás, el considerar que las nuevas formas de convivencia aportan otros valores distintos o poco desarrollados en los modelos anteriores, puede obedecer a que muchas veces transmitimos contravalores en nuestras propias familias, por ejemplo, en las familias nucleares se ha educado, con frecuencia, en la desigualdad de géneros, manteniendo el rol de la mujer siempre en un segundo lugar.
En las respuestas anteriores hemos hablado siempre del ideal, de los valores que deberíamos inculcar y vivir; en base a esto, y tratándose de valores humanos, no vemos que se aporten distintos valores en función de la opción tomada, sino más bien, desde la ética que rija nuestra vida. Por nuestra parte, sí podemos decir que la visibilización de estas otras formas de familia, muchas veces rechazadas socialmente, ha ampliado nuestra mirada, a veces un poco miope, y nos ha enriquecido y enseñado a valorar lo diferente
Familia homoparental, dos madres y un hijo
Son los mismos, básicamente, y están más o menos presentes en todas las familias.
* * *
La pequeña cala realizada a la diversidad de situaciones de convivencia actual permite múltiples comentarios que cada lector puede realizar. Por nuestra parte destacamos lo siguiente:
La constatación de la coincidencia de las respuestas en que no existen modelos de convivencia o de familia más completos que otros, siempre que se basen en los valores del respeto, el compromiso y la honestidad entre las personas convivientes. Por ello el reconocimiento de la legislación española de un solo tipo de matrimonio, acogiendo a familias heterosexuales y homosexuales, parece un logro que permite reflejar la diversidad real en condiciones de respeto y garantizando su protección. Pero aún hoy día no se contemplan todas las situaciones, lo que deja a la intemperie a las mismas.
Por otro lado, aparecen varias situaciones que indican la incomprensión de familiares y amigos ante el modelo diverso de convivencia elegido, aunque también se da cuenta del reconocimiento que se va consiguiendo. Estas formas diversas, inicialmente rechazadas, están sirviendo para ampliar tanto la mirada sobre el propio modelo tradicional como para saber valorar la diferencia. ¡Quizá estemos aprendiendo y quizá en algún momento sepamos agradecer a los pioneros su tarea de desbroce!
Varias de las personas entrevistadas refieren una vinculación creyente y eclesial pero no se observa que, hasta el momento, la acogida eclesial a estos modelos diversos de convivencia o al esfuerzo por la reconstrucción del modelo tradicional esté suponiendo ningún apoyo para el propio crecimiento.