Escrito por
Miguel Ángel de Prada
Últimamente la COVID-19 lo invade todo. Hablan de ella políticos, intelectuales, famosillos y hasta cardenales. Y, ¿dónde encontrar mejor cátedra que en el sermón de una misa televisada, cuando los fieles oyentes no tienen otra posibilidad de responder, si no es “amén”?
Ese escenario es el que utilizó monseñor Cañizares el día del Corpus Christi (14 de junio), durante la misa solemne en la catedral de Valencia para lanzar su invectiva repetida sobre el homicidio que supone el aborto y llamar la atención sobre la obra del maligno que supone la investigación de la vacuna contra la COVID con células de fetos de abortos, basándose, eso sí, en informaciones publicadas. Según sus declaraciones, la utilización de células de fetos de abortos implicaría una continuidad de pensamiento y ejecución: primero matar a un niño y luego utilizar su despojo. Esta horrenda unidad solo puede ser la obra del maligno en el mundo (antes, demonio); una prueba más de su existencia y hacer contra la que deben prevenirse los fieles y, por supuesto, él mismo como ‘fiel’ adelantado.
Pero si en lugar de acudir al ‘maligno’, tecleamos sobre la web ‘maldita.es’ o ‘maldito bulo’, encontramos diferente información. Animo al lector a acudir a dicha web, dado el escaso espacio de que disponemos aquí. La conclusión principal es que no se realizan abortos para investigar con células de los fetos; incluso no se utilizan células de fetos abortados en investigación biomédica. Sí existen dos líneas celulares inmortalizadas que provienen de células extraídas durante el análisis de dos fetos, resultado de dos abortos por motivos médicos, en 1961 y 1966. Estas células inmortalizadas, que como tal nunca han formado parte de los fetos, se han utilizado en investigaciones para vacunas contra la polio, rubeola o la varicela. El Centro nacional católico de bioética de USA pide sustituir estas líneas de investigación por opciones alternativas siempre que sea posible, dado que admite que la importancia de vacunarse para preservar la salud pública y el bienestar infantil está por encima del posible conflicto con el origen de esas vacunas.
Por supuesto, entender este proceso de investigación de vacunas también está al alcance de un monseñor informado. El uso de cultivos celulares, en un medio artificial controlado, utiliza células extraídas de un organismo vivo, sea humano o animal (v.gr., muestra de tejido del pulmón o del útero de una mujer). El resultado del cultivo son las células descendientes de las de origen, que en el caso de fetos de abortos nunca formaron parte de él. Con su reproducción se crea una línea celular inmortalizada que permite la investigación, incluso cuando las células originales ya han muerto. Y, en definitiva, son los virus desactivados, pero no las células humanas en las que se cultivan, lo que se utiliza para las vacunas. Intentar unir los dos elementos es el objetivo de los activistas anti-aborto y de la corriente anti-vacuna. Quizá haya algún monseñor en estas lides pero no Cañizares, quien al día siguiente de las anteriores declaraciones y ante el revuelo que crearon, matizó que no está en contra de las vacunas, sino solo de las que utilicen células de fetos abortados. Ya es un paso.
No es la primera vez que monseñor Cañizares acapara titulares de prensa por sus declaraciones, pero tampoco está solo en este solar patrio. Desde Murcia, el presidente de la Universidad Católica de San Antonio de Murcia (UCAM), Sr. Mendoza, figura secular importante en la iglesia institucional española, tampoco se quedó atrás unos días después. El 15 de julio pasado tachó a Bill Gates y a G. Soros de “esclavos de satanás”, insinuando una conspiración entre ambos para implantar chips en las vacunas contra el coronavirus para controlar nuestra libertad. Ambos esclavos de satanás, junto con otros muchos, formarían parte de las “fuerzas oscuras del mal”. Al parecer el Sr. Mendoza sigue muy de cerca todas las tropelías de satanás y sus acólitos desalmados en el mundo. Para él, “ellos ya están en el infierno a los ojos de Dios, porque a todos el demonio les ha robado el alma, pero nosotros vamos a permanecer firmes en la fe” y, por supuesto, de paso asegurarnos el cielo, se podría concluir.
Del ‘fiel’ Cañizares puede entenderse que su fe no tenga por qué estar razonada sobre líneas de investigación en virus, pero de un rector universitario se podría esperar algo más. Sin embargo, hasta el momento no se ha oído ningún comentario sobre tales declaraciones del rector-propietario de la UCAM ni al profesorado ni al alumnado de la misma. Tal unanimidad puede pensarse como sospechosa, a no ser que en dicho escenario tampoco pueda responderse otra cosa que no sea “amen”. Quizá podrían recordar, quienes hablen desde tales posiciones, sentados en sillones catedralicios o universitarios frente al resto del auditorio, que la derecha suya está a la izquierda de todos los demás. Por eso, seguramente, a esa derecha no estén los cielos, al menos a los que este comentarista pueda estar interesado en acudir.