Mediante el cobro de este impuesto, el alto volumen de transacciones generará nuevos ingresos fiscales que deberán ser dedicados a partidas presupuestarias en el ámbito de lo social que repercutan de manera directa en el bien común de la ciudadanía.
Las transacciones financieras de carácter especulativo generan graves problemas económicos y financieros que desestabilizan el sistema económico de los países disminuyendo su capacidad de recuperación ante una situación de crisis económica. Este gravamen ayudaría a reducir las transacciones financieras en muy corto plazo, reduciendo así la volatilidad de los precios de los activos en el largo plazo, y constituyéndose en una herramienta clave en la lucha contra la especulación financiera.
Un impuesto de estas características solo puede ser efectivo aplicándose en el conjunto de los estados miembros de la Unión Europea.